El trabajo más feliz
Cuando era pequeñita me gustaba entrar en la habitación de mis padres y mirar hacia arriba: encima del armario había una maleta marrón de cartón y correajes, bastante grande. Yo me preguntaba qué contenía esa maleta, qué secretos guardaba. Un día, por fin, descubrí que estaba llena de revistas con fotos de príncipes y princesas. Mi madre me dejaba recortarlas y yo subía al desván de la casa y construía historias con ellas, pegándolas en cuadernos, viajando con aquellos personajes que imaginaba en maravillosos palacios, viviendo increíbles aventuras, llenas de momentos felices.
Mi madre cuando iba a algún lugar en el que había una librería o un kiosco, me traía cuentos y comics. Luego, cuando acababa de leerlos, los cambiaba con otra amiga. Aún recuerdo un día en que los Reyes Magos me trajeron como regalo un diccionario gordísimo. Lo primero que hice fue forrarlo para que no se estropease, luego me pasé días leyendo palabras. Me parecía maravilloso poder tener un libro tan enorme y con tantas palabras que me decían cosas.
Aún conservo el recuerdo del primer libro que leí. Yo iba a un colegio y en una clase encontré “Los 3 mosqueteros” de Alejandro Dumas. A partir de la lectura de ese libro mi interés por la lectura se consolidó. Pero ¡qué difícil era encontrar libros ¡ Yo no tenía acceso a ninguna biblioteca y el dinero era escaso. Por eso en cuanto vi la oportunidad me hice bibliotecaria. Ahora ya tengo todos los libros que quiero y lo que aún es mejor, puedo ayudar a que otros los tengan.
Un relato que expresa el cariño y la dedicación a los libros, desde su infancia.
ResponderEliminarReciba mis saludos.
Un bonito relato a cerca del "valor de los libros". ¡Qué tiempos aquellos en los que la información y la cultura era un reducto de unos pocos!. aún hoy, por desgracia, sigue siéndolo en muchos lugares.
ResponderEliminarDesconozco si los niños de ahora saben valorar lo que tienen, pero de lo que no dudo es de que los "clásicos" como Alejandro Dumas, siguen enganchando a quienes los recogen en sus manos. Sólo hace falta mostrar un poco de pasión por ellos y saber transmitirla.
Un cordial saludo.
Bonito texto, pero siento deciros que esto no es un relato es la historia de Pilar que es bibliotecaria... Los relatos tienen un formato particular en la ilustarción, o así lo creo yo...
ResponderEliminarefectivamente, Julián, gracias
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