El primer plato es algo amargo, pero con un sabor auténtico de lo que el dinero puede llegar a conseguir: en lo positivo y en lo negativo también. Rubén Gozalo nos muestra una escena tan reconocible por injusta que no sé si la compensa la esperanza…
LLÁMALO SUEÑO
Olga abre la puerta de la calle con cuidado. El reloj de pared marca las cuatro de la mañana. Entra sin hacer ruido. En el baño se lava los dientes hasta que empiezan a quemarle las encías. Luego, se desviste y se mete en la ducha. Se restriega el cuerpo con jabón hasta casi hacerse sangre. Después, frente al espejo, observa sus ojos cansados y se pone a llorar. En la cocina se toma un vaso de leche caliente mientras cuenta el dinero. No ha sido una buena noche.
Aunque ahora está diecisiete euros más cerca de su libertad.
Uff, qué duro es ponerle precio a la libertad, más todavía cuando el dinero sirve para alcanzarla. Un micro con mucha fuerza.
ResponderEliminarSaludos.
un relato muy limpio y bien planteado para aprovechar toda la información que ya sabemos
ResponderEliminarUna historia que es real, por la libertad y la supervivencia.
ResponderEliminarDramatico. Muy bueno. Suerte.
¡Cuánto cuesta ganar el dinero que abre la puerta de la libertad!
ResponderEliminarRotundo este micro.
Saludos.
Contundente y crudo. Muy logrado.
ResponderEliminarJo, qué duro. Durísimo.
ResponderEliminarUn saludo
Terriblemente real, crudo y duro. ¡Buf!, qué tristeza ...
ResponderEliminarUn abrazo.