EL LABERINTO DEL MICRORRELATO
Teseo observó el carrete de hilo que le había proporcionado Ariadna. Después se internó en el laberinto. Atravesó hileras de setos gigantes, bosques repletos de figuras retóricas, campos de metáforas, parterres de sinestesias e intrincados pasadizos. Se perdió varias veces antes de alcanzar su objetivo. Cuando se encontró con la bestia dormida, golpeó su cabeza una y otra vez, como si fuese una piñata. Al dinosaurio no le dio tiempo a despertarse.
La idea del laberinto da mucho de sí. Me gusta.
ResponderEliminarUn nuevo homenaje a Monterroso empapado de figuras lingüísticas que he disfrutado leyendo.
ResponderEliminarSaludos
Lo que más me atrae de tu micro, Rubén es cómo has combinado mito antiguo (Teseo) y mito moderno (Augusto Monterroso) en un escenario exclusivamente referido a la literatura.
ResponderEliminarAntes del objetivo que se desea alcanzar a veces surgen obstaculos, pero se llega...
ResponderEliminarMe gusta.
Mis saludos.
Eso sí es un laberinto!!!!!
ResponderEliminarEstoy con Isabel (parece el anuncio, qué bien, qué bien...) Es broma, Isabel (mi hermana se llama igual). En serio. Me gustan mucho los atrevimientos, y creo que tú lo has hecho y te ha quedado muy bien (qué bien, qué... otra vez)
ResponderEliminarUn saludo, Rubén.
Fantástico esto del laberinto con el final del dinosaurio que esta vez seguía dormido y no le dio tiempo a despertarse.
ResponderEliminarRubén, me ha gustado tu laberinto. Pásame el hilo para internarme en él.
Un abrazo des - demispalabrasylasvuestras.
Laura.
Gracias Mei Morán,Paloma, Isabel, Anna, Montse, Miguel Ángel y Laura por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo
Rubén