Incondicional
Al alba él se asoma a su superficie con paso vacilante. Ella, robando un rayo al sol, torna dorado el cabello cano y recompone, mecida por la brisa, los dientes perdidos y el rostro abotargado. Narciso marcha ufano; ella aguarda el próximo amanecer para ofrendar nuevamente al amado su fingido reflejo.
Muy bueno...este Narciso satisfecho con su imagen rejuvenecida en el (como ha de ser).
ResponderEliminarRecibe mis saludos.
Qué abnegación ante un Narciso distante, sólo con ojos para sí mismo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Elisa, pues refleja (nunca mejor dicho) el autoengaño de los humanos ante su propia imagen.
Un saludo afectuoso.
Narciso y su incondicional espejo.
ResponderEliminarPrecioso micro, Elisa.
Un beso.
Eso es amor por parte del espejo.
ResponderEliminarNarciso a lo suyo
Un saludo
Buena metáfora