En los micros de este mes hemos repasado muchos de los símbolos y metáforas que la carretera supone a nuestro devenir diario. Pero todo trayecto tiene un final, y lo peor es que ese final sea mucho antes de lo que habías fijado como destino. Yolanda Nava nos regala un recuerdo envenenado de nostalgia y de culpa.
ANIVERSARIO
Sabía cómo ganarse mi voluntad. Tenía las armas y apenas necesitaba usarlas; le bastaba con entornar sus ojos y rodearme con sus brazos mientras me acariciaba con su voz de terciopelo. Ese día no fue diferente. Anochecía sobre la calurosa tarde de un 10 de agosto, en la sierra; solo hacia una semana que tenía el carnet y se avecinaba una tormenta; no supe negarme y las llaves del deportivo pasaron de mis manos a las suyas.
Hoy también anochece y amenaza tormenta mientras evoco el sonido de su voz de terciopelo: “porfa papá, conduciré con cuidado”.
Muy bueno, Yolanda. Sobre todo ese final aclaratorio.
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