La de hoy es una deliciosa historia que nos regala Mar Horno sobre esos cruces de caminos tan intensos... Si queréis leer más joyitas como ésta podéis visitar su blog MAREMOTOS.
CRUCE
A ella le gustaba tocar desnuda el violonchelo, leer hasta la madrugada, andar descalza. A él le gustaba usar corbata, fumar cigarrillos, tomar café sin azúcar. Coincidieron en un cruce de carreteras, cuando el coche de ella pinchó una rueda. Se miraron con intensidad mientras ponían el neumático. Se besaron. A la mañana siguiente, mientras se vestían en el hotelucho, él sintió una punzada de desagrado al ver el tatuaje en su espalda, ella experimentó fastidio al oler el humo de su cigarro y quedó irrefutablemente demostrado que las carreteras confluyen y después se alejan irremediablemente en dirección contraria.
A veces ocurre, sí. Pero hay momentos maravillosos.Aunque no duren, aunque no tengan futuro. Y eso es lo que he leído yo. Qué sorpresa tan agradable, Mar!
ResponderEliminarBravo!!!
ResponderEliminarGracias Montse. A veces la atracción inicial es tan intensa que las diferencias entre ambos no importan. Luego cada uno sigue su camino. Pero en ocasiones merece la pena el cruce de caminos, claro que sí. Un beso.
ResponderEliminarAún cuando las carreteras confluyen y se alejan, ese cruce es una marca, un suceso, un recuerdo para toda la vida. Muy bueno, Mar. Un saludo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la estructura del relato. ¡Perfecto!
ResponderEliminarMuy bueno y estoy con Malén: muy bien estructurado. Enhorabuena.
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