Puede parecer necia la idea de que cuanto más avanzamos más nos alejamos de nuestro punto de partida, pero lo que parece incuestionable es que la ilusión funciona como un maravilloso combustible para el avance, mientras que para el regreso (es de una maldad tremenda decir esto en estas fechas tan oportunas) apenas repostamos otra cosa que desgana… y mucho más en la historia que Xavier Blanco nos ha enviado.
Las carreteras de la vida.
Hacía horas que el autobús había abandonado la autopista; reptaba por una carretera secundaria, infinita, protegida por un baluarte de coníferas. Hacía 50 años que había hecho el camino inverso con las maletas cargadas de sueños e ilusiones. Descendió del vehículo y empezó a caminar, afligido, por una vía asfaltada a la que siguió un sendero fangoso, hasta llegar a su destino. Abrió la bolsa, extrajo cuidadosamente la urna, sintió frío - un frío inmenso que tatuó en su dermis el dibujo de la desolación -. El viento, cómplice, diseminó las cenizas de sus mujer por el inmenso paraje. Lloraba.
Puedes leer algún viaje más de la imaginación en su blog Caleidoscopio.
La vida es el camino más importante, no cabe duda.
ResponderEliminarGracias a los amigos de Euro-pa-labra por la publicación y por este espacio de intercambio.
ResponderEliminarSí Luisa, la vida es un camino infinito, que se bifurca una y otra vez, y como dice juanxxi esos caminos cambian, son autopistas, autovías, carreteras, senderos, pistas, y al final una ciénaga, un pantano lóbrego, ese es el final y ahí siempre aparece la sombra de la muerte.