En un día como hoy, 3 de Agosto, la historia se acuerda de que desde el puerto de Palos, zarpan tres naves capitaneadas por Critobal Colón que buscan, demostrando que la tierra es redonda, llegar a Japón por poniente. La tripulación la forman 120 hombres… y digo hombres con su intención de masculino plural… Es una buena escusa para recordar a muchas mujeres europeas algo más olvidadas en la historia y que tuvieron el valor de superar las aventuras de los caminos extraños con el handicap de superar todas las trabas sociales que les suponía su condición de mujer… Como Egeria, nacida en Galicia, en el siglo IV, que viajó por Oriente con un salvoconducto del Imperio Romano teniendo como guía de viaje nada menos que la Biblia y como ruta las antiguas calzadas romanas; o la alemana Ida Pfeiffer, a mediados del siglo XIX, dio dos veces la vuelta al mundo, o May French Sheldon, que viajó a África para encontrar a los masais, o Léonie de Biard Aunet, que viajó al Polo Norte y a su regreso a París abrió un salón literario para relatar sus aventuras…
Su vida y muchos de sus propios testimonios puedes encontrarlos en Viajeras, intrépidas y aventureras, un libro de la periodista Cristina Morató que describe las peculiaridades de los viajes de gran número de mujeres, sus proezas, los prejuicios que debieron vencer, e incluso sus excentricidades, con el reconocimiento de muchas mujeres que, con su imaginación y coraje, hicieron posible el milagro de elegir su propia vida, su propia aventura, en un mundo de hombres.
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