Es muy grato comenzar los micros de JUNIO con una historia tan sugerente en torno a esas fronteras que no son una línea, sino que se cruzan con el esfuerzo de quién supera un muro sin saber qué encontrará al otro lado. Nos lo envía Patricia Nasello desde Argentina, allí donde saben mucho de lo que es el arraigo y el desarraigo. Gracias Patricia.
Sicilia, 1899
Si Rosalía tuviese algunos años mas que los escasos tres recién cumplidos, mamá explicaría que ella es sastre en un pueblo donde la gente viste con harapos y papá, un agricultor sin tierra. Explicaría que por eso van los tres, bajo este sol tan duro, camino a la estación.
Rosalía escucha las palabras barco, Argentina, y llora porque los ve llorar. Sólo papá sube al tren.
—Volverá por nosotras cuando consiga trabajo —afirma mamá para sí misma.
—Tengo calor! —exclama Rosalía con fastidio. Mamá no contesta, sabe que es inútil quejarse.
Muchas gracias, Juanxxi, por esta publicación. Es un honor encontrarme en esta bitácora.
ResponderEliminarAsí mismo te agradezco las bellas ilustaciones que escoges.
Un abrazo