miércoles, 14 de septiembre de 2011

UN SERBIO CON MUCHAS LUCES

En este 2011 ha la editorial Turner ha editado una biografía que recoge algunas claves para conocer y reconocer a uno de los europeos más geniales de la investigación científica, y a la vez un polémico personaje que ha sido acusado de loco, fantaseador y hasta he podido leer el actual apelativo de friqui.

Nikola Tesla, un serbio nacido en Smiljan (en la actual Croacia) en 1856 que inició sus investigaciones en Graz, Budapest y Paris hasta saltar a Estados Unidos donde desarrollo una intensa carrera de investigación en el ámbito de la electricidad (la corriente alterna, la lámpara fluorescente, transferencia inalámbrica de energía eléctrica, los principios de lo que después serán el rádar, el control remoto o los rayos X…) que le supuso un permanente estado de litigios con las figuras más importantes de la ciencia de aquel momento, como fueron Edison y Marconi. De hecho, parece ser que la primera patente de la radio pertenece a Tesla, y así fue confirmado por un juicio, lo que no evitó que Marconi (también europeo en origen, italiano) rentabilizara socialmente ese invento (aún se le sigue considerando su inventor) y le supusiera incluso alcanzar el Nóbel de física en 1909.

El libro, titulado Yo y la energía, recoge dos textos del propio Tesla y una introducción amplia de Miguel Ángel Delgado que presenta referencia a la personalidad excéntrica propia de una genialidad desbordante, que le llevaba a afirmaciones aparentemente increíbles y algunas veces casi inverosímiles, acerca del posible desarrollo de innovaciones científicas y tecnológicas: un fertilizante eléctrico, una telegrafía visual, un sistema para obtener energía de la luz solar, o como decía la revista Alrededor del Mundo de 1899, fascinada por su capacidad creadora…” Habla también de entenderse por medio de señales con otros planetas, de levantar a los muertos que no estén bien muertos, de terminar todas las guerras por medio de una máquina terrible que tiene planeada…

Y entre tanta locura Tesla veía fogonazos de una realidad futura de la que era su único visionario.

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