A mí nunca me ha parecido el otoño una estación triste. Las hojas secas y los días cada vez más cortos nunca me han hecho pensar en algo que se acaba, sino más bien en una espera de porvenir. Hay electricidad en el aire de París en los atardeceres de octubre, a la hora en que va cayendo la noche. Incluso cuando llueve. No me entra melancolía a esa hora, ni tengo la sensación de que el tiempo huye. Sino de que todo es posible. Empiezan las clases y creo que es la estación de los proyectos.
viernes, 23 de septiembre de 2011
EL OTOÑO: LA ESTACIÓN DE LOS PROYECTOS
…y poco a poco se nos coló el otoño en el calendario. Hoy mismo. La foto que acompaña es de esta mañana, el primer amanecer otoñal. Aunque parece que el final del verano debiera traer la tristeza del recorte de los días y del ocio que despliega el calor veraniego, el otoño tiene una luz especial llena de contrates y coloridos, mucho más salvaje que la mismísima primavera. Será por eso que el otoño suele salir muy bien parado en las páginas de nuestros escritores europeos. Para muestra… un fragmento de una deliciosa novela del francés Patrick Modiano titulada En el café de la juventud perdida, en la que uno de sus personajes narradores nos muestra su particular versión de las tardes de octubre en París.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario