Ya estamos en los últimos días de mayo, y recibimos otro microrrelato (tal vez… ¿el último?) para nuestro concurso mensual, que resolveremos a final de esta semana. Praga, aquí, se hace evidente a través de la vida y la figura de su más ilustre habitante: Franz Kafka. Su autora es Esther Mazón y nos llega desde la vecina Asturias.
SURREALISMO
Lo primero que hizo al llegar a Praga fue ver el cementerio de Strasnice, donde estaba enterrado. Pero luego rodeó el castillo y paseó por calles empedradas de nombres imposibles. Creyó entender el laberinto absurdo de su universo al perderse una y otra vez mientras buscaba la casa en la que habitó su admirado Kafka. Contrariado, tuvo que ser un subsahariano, vestido de marinero, quien le indicara que el plano con el que intentaba guiarse era de Brno.
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